domingo, 26 de junio de 2016



LA REBELIÓN DE ATLAS, DESCUBRIMIENTO Y CRÍTICAS AL OBJETIVISMO






Lo reconozco; pese a que simpatizo con el liberalismo, nunca había leído ninguna obra de Ayn Rand 

ni me había interesado por el objetivismo. Los motivos son diversos: la educación pública rechaza

sus ideas por su incorrección política, su repercusión en Europa fue escasa, desinterés por la

filosofía...etc. Baste decir que traté de empezar a leer El Manantial, pero pese a su innegable calidad

literaria y los interesantes postulados morales que propugna, el libro me parecía denso, y su

protagonista algo apático y falto de carisma. Abandoné tan soporífera lectura y descubrí que el

argumento de La Rebelión de Atlas, con más contenido económico, se ajustaba más a mis intereses 

literarios en esos momentos. 

Para empezar, debo decir que nunca me han asustado los libros extensos; tal vez sí los ensayos, pero

nunca las novelas. De hecho habitualmente les exijo a las narraciones una longitud mínima, que

decido en función de mis intereses del instante particular. Y por tanto, he podido disfrutar sin apenas

problemas de una de las mejores novelas libertarias de la historia. La mejor que he leído hasta el 

momento.

En primer lugar, y desde una perspectiva literaria, el libro es de una calidad aceptable. Lo considero 

precursor de muchas novelas del género "steampunk", o de la ciencia ficción distópica, aunque con 

una excesiva carga ideológica. La narrativa es poco fluida en muchas ocasiones, con discursos 

reiterativos y demasiado sentimentalismo en el tema de las relaciones amorosas, pero sabe mantener 

en general el interés del lector e hilvana una trama coherente, no demasiado previsible aunque sí con 

pocos giros inesperados (exceptuando algunas partes, como cuando cierto personaje llega a cierto 

sitio en un momento inadecuado). Los monólogos internos a veces se hacen interminables, aunque 

ayudan a dotar a los personajes de cierto trasfondo y humanidad. En definitiva, si el lector busca una 

novela de ciencia ficción llena de acción o con una trama apasionante y sin respiro, es una mala 

elección optar por esta novela. La trama es lenta y se halla impregnada de filosofía moral y 

económica.

Sin embargo, para aquellos que buscamos profundizar y dotar de contenido y soporte filosófico y 

empírico al capitalismo y a nuestras convicciones liberales, el libro es excelente, aunque con 

matices. 

Primero enuncio las virtudes: coincido en casi todas las reflexiones de la autora, cuya filosofía queda 

consignada a través de los distintos protagonistas anticolectivistas. Este libro me ayudó a descubrir, 

por ejemplo, que sacrificarse por obligación es inmoral y un acto de autodestrucción personal; que la 

mejor forma de canalizar y desarrollar el pensamiento científico y la investigación tecnológica es a 

través de la empresa, y no extrayendo sus rentas forzosamente a la ciudadanía; que ningún ser 

humano tiene derecho a exigirle a otro que se sacrifique por él, ni que se haga responsable de errores 

que no ha cometido; que la política es una profesión reprobable y amoral, por que se basa en sustraer 

a los demás sus recursos para servirse de ellos como forma de subsistencia; que la razón es 

fundamental para el progreso material de la humanidad, y que sacrificar nuestros principios morales 

en beneficio del pragmatismo sólo conduce a que cometamos cualquier tropelía en perjuicio de los 

demás, convirtiéndonos en seres malvados, o potencialmente maliciosos; que el interés general es un 

eufemismo de beneficio particular de ciertas oligarquías; y que el corporativismo y la economía 

social de mercado conduce irremisiblemente a tener que decidir entre socialismo o capitalismo. 

Todas ellas, junto con otras que seguramente haya olvidado, experiencias, certezas y normas morales que 

llevaré conmigo toda la vida. Esta novela nos enseña a pensar por nosotros mismos, a tener capacidad 

de trabajo y deseos de aprender y explotar nuestra capacidad racional. Nos muestra lo peligrosas que 

son las religiones y el socialismo para la sociedad y para los individuos, y nos impulsa a apreciar la 

buena filosofía; Hugh Akston es un personaje fantástico, al igual que Hank Rearden, con el que me 

sentí muy identificado en muchos aspectos. Nos advierte sobre los peligros del autosacrificio, y de 

huir del lucro y del bienestar individual por ser políticamente correcto. Y nos demuestra que nadie, ni 
siquiera nuestra propia familia, tiene derecho a arrebatarnos nuestros sueños o a obligarnos a ser 

inmorales.

Ahora, como bien he podido aprender de Francisco Capella, otro hombre al que admiro como a Ayn 

Rand, vamos a la parte de las críticas. A su vez serán cuestionamientos que planteo para refutar al 

objetivismo, ya que la crítica estrictamente literaria ya la he realizado antes:
  • Ayn Rand abusa demasiado de la consideración de las verdades objetivas. Es cierto que el relativismo moral es muy pernicioso, y que en el ámbito de la ciencia, A es A, parafraseando a John Galt; pero no olvidemos que la confrontación pacífica de ideas contrapuestas enriquece el conocimiento humano e individual. No afirmo que en muchos casos la realidad sea inequívoca (sobre todo en las leyes naturales), pero hay que tener en cuenta que nuestra tesis o criterios de existencia no podemos profesarlos como un credo o una verdad absoluta; tenemos que escuchar y aceptar críticas ajenas, para mejorar nuestra forma de vivir y nuestrs convicciones éticas y morales.
  • Pese a que coincido con Ayn Rand en su análisis sobre lo perverso de disfrazar la violencia de justicia social, considero que el objetivismo minusvalora o al menos le hace el vacío en muchas ocasiones a la necesaria cooperación entre individuos libres e iguales, Por supuesto que toda coacción y ejercicio de la violencia es ilegítima y moralmente reprobable, pero el excesivo individualismo conduce al aislamiento y a la muerte de nuestras convicciones; si no entramos en debates públicos, si no intentamos persuadir al adversario de nuestra superioridad moral y científica, nuestra doctrina sucumbirá cuando nuestro complejo organismo interrumpa su actividad metabólica. Y además, a veces lo más eficiente y productivo para uno mismo, y lo mejor, es asociarse con otros para alcanzar la felicidad,
  • La envidia y el odio son, en efecto, el alimento de los totalitarismos colectivistas. Pero no por ello debemos despreciar sus ideas en conjunto, porque pese a que la mayoría de ellas estén erradas en todo, algunas nos pueden invitar a reflexionar y a modificar, a pulir, nuestras creencias y convicciones.
  • No comprendo la obsesión de Ayn Rand por el tabaco. Comprendo el contexto de la época en la que el libro fue concebido, pero tan mala es la autodestrucción moral por medio del autosacrificio (en efecto, sacrificarse por un bien mayor forma parte del egoísta virtuoso, aunque realmente no sería genuinamente un acto de sacrificio) como la autodestrucción física por medio del consumo de sustancias tóxicas para el organismo. Por supuesto cada uno puede hacer con su cuerpo lo que le plazca, pero en el terreno de la moral individual, creo que el mejor ser humano es el que intenta maximizar su vida sin reducir la de los demás.
  • La arbitrariedad intrínseca a toda ideología minarquista. ¿Por qué el Estado debe administrar la Justicia? Tal vez sí los delitos penales, pero en general podría perfectamente canalizarse a través de mecanismos alternativos privados como el arbitraje y la mediación. El Derecho debería fundamentarse en interpretar literalmente los contratos entre particulares, y en perseguir los atentados contra la vida, la libertad y la propiedad; toda la paranerfalia cínica de la InJusticia actual sobra, salvo que la paguen los que quieren que exista. Pero Ayn Rand no tiene en cuenta que, por ejemplo,puede ser necesario que el Estado garantice a la sociedad que nadie tiene derecho a engañar a nadie; debe proteger a toda la sociedad de los embusteros. Aún así yo no soy anarcocapitalista tampoco, y creo que en materia de seguridad, defensa exterior (Ejército) y justicia penal podría discutirse la necesidad de la presencia del Estado.
  • Por último, está el asunto de la defensa de Ayn Rand del aborto. Aquí reconozco que voy un poco a contracorriente, porque dado mi interés por la biología, tengo que discrepar con la tesis que sostenía esta brillante mujer. Considero que la biología ha demostrado sobradamente que en cuanto se produce la fecundación, es decir, en cuanto hay unión del óvulo y del espermatozoide, se crea un ovocito con potencial de convertirse en un ser humano. Si la concepción ha sido voluntaria (o al menos no se han tomado todas las precauciones que, dados los medios actuales, se podían haber tomado para evitarlo), la mujer no es libre para asesinar a ninguna persona, aunque esté en cierta forma "parasitando" a la madre. Si el acto sexual ha sido consciente y voluntario, se ha creado una vida; y todo acto que implique eliminarla por su inconveniencia o egoísmo malvado (no el egoísmo bueno) sería moralmente reprobable. Una mujer puede hacer lo que quiera con su cuerpo, pero el embrión que se está desarrollando en su organismo ha surgido de un acto voluntario y consciente, de una tácita o explícita aceptación de que le cedes a ese niño tus genes para que pueda subsistir a tu costa durante nueve meses. Creo, aunque deteste las prohibiciones, que si el aborto se realiza tras un acto sexual consciente o imprudente, para mí sería constitutivo de delito. Más complejos son los casos de malformaciones en el feto o peligrosidad para la vida de la madre; creo que en esos casos, si la malformación priva al nonato de su capacidad de decisión racional sobre su vida; es la madre la que en última instancia debe decidir ( sería moralmente conveniente que previa consulta con el padre, aunque la decisión última ha de corresponderle a la madre, que es la que aporta su cuerpo y sus nutrientes al feto). También podrían excluirse los casos, muy puntuales, en los cuales la mujer desconoce e ignora los métodos anticonceptivos, o no puede acceder a ellos, aunque ésto es todavía más dudoso. Por supuesto es mi punto de vista, respaldado en algunas evidencias científicas, pero que puede estar perfectamente errado.
En conclusión, creo que todos deberíamos leer esta novela. Aunque no me identifique del todo con

ella, te permite descubrir una nueva forma de vivir mejor y más feliz, y contribuye a sustentar y

refrendar las convicciones morales de todo liberal. Constituye un arma muy valiosa contra la

dictadura del socialismo y contra la corrupción moral de la sociedad actual.





martes, 29 de marzo de 2016


EL PROBLEMA ESTÁ EN LA EDUCACIÓN


El título lo dice todo. Y con educación no me refiero a ceder el asiento a una persona mayor en el autobús o a dejar salir a los pasajeros del metro antes de entrar (aspectos también importantes, pero menos que el que voy a comentar). 
Dado que no soy pedagogo ni sociólogo, no voy a aburrir con multitud de datos y estudios relevantes. Me limitaré a aportar mi perspectiva subjetiva, para que todo aquel que discrepe pueda enriquecer el debate con sus propios argumentos mediante comentarios, si así lo desea.
Siempre que ocurre una tragedia (desahucio, atentado, crisis económica), o simplemente escucho deficiencias presentes en nuestra sociedad o más concretamente en el sistema educativo, me exaspero y me cabreo de una manera superlativa. En parte es causa de mi personalidad (me afecta mucho ver sufrir a otras personas, aunque no las conozca ni vivan en mi país), pero también he extraído una conclusión contundente; la educación española, pese a haber solucionado graves problemas como el analfabetismo o la incultura científica, adolece de una serie de patologías (como si de un enfermo se tratase) que ocasionan un variado conjunto de visibles síntomas: desempleo, impotencia por falta de conocimientos técnicos o científicos, baja productividad, escasa y volátil renta familiar y personal, pervivencia de prejuicios raciales y de género impropios de sociedades ilustradas y avanzadas, creencia en que los políticos de uno y otro bando que llevan décadas saqueándonos nos van a salvar de la crisis...etc. Las patologías principales que yo observo (hay muchas más, por supuesto) son las siguientes:
  • Falta de motivación de todos los agentes que participan de ella, Profesores, estudiantes, psicólogos, padres... La desgana y la falta de incentivos que padecen los profesores les impide muchas veces ser creativos y preocuparse de la adecuada asimilación de conocimiento por parte de cada alumno, y disfrutar de algo que debería ser vocacional; los estudiantes perciben mayoritariamente la educación como un mal necesario, una condena inevitable que les roba gran parte de su tiempo de ocio (y a los que les gusta estudiar alguna materia se les estigmatiza como empollones, raritos o cosas peores); los psicólogos son incapaces muchas veces de entender los problemas que sufren los alumnos al no estar originados únicamente por aspectos internos del estudiante, o de conciliar los intereses de familia, colegio y paciente (cuando no tienen más problemas que sus propios pacientes, que también los hay). Y por último los padres, como resultado de un bucle que procede de las antípodas de la historia (sistema educativo en muchos casos poco modernizado, heredero de la educación militar prusiana), han sido educados en unos valores y de una manera que les dificulta entender y ayudar a sus hijos.
  • Modelo educativo público insostenible y adoctrinador. El propio concepto de la educación de prestación pública constituye per sé un freno al progreso y a la mejora de la sociedad. Su necesidad suele justificarse por la exigencia de universalidad, para favorecer que todas las personas puedan acceder en condiciones de igualdad a una formación académica estandarizada sin discriminaciones por razones económicas o sociales. Sin embargo lo único que extraigo de esta exigencia totalmente razonable es que es legítima la existencia de una especie de seguro público, sufragado con los impuestos (infinitamente más bajos que hoy en día) que permita a aquellas personas que no puedan costearse una educación por sus propios medios poder disfrutar de ella. Podemos discutir la posibilidad de que sea el sector privado el que canalice estos mecanismos por medio de préstamos y donaciones, incluso de financiación empresarial, pero bien. Por si no alcanzase con éso, puede haber un esfuerzo colectivo (y coactivo) para compensar los puntuales fallos de mercado que se puedan producir. Pero ese manido argumento no legitima ni hace más tolerable que todos los ciudadanos, con independencia de nuestro nivel de renta, debamos sufragar obligatoriamente una educación que en muchos casos no se utiliza apenas, y que resulta ineficiente, está politizada y pretende igualar injustamente a todos los niños.
  • Burocracia y rigideces. Como todo lo que tocan las Administraciones Públicas (son el Rey Midas del papeleo) el funcionamiento y organización de los centros educativos está repleto de protocolos innecesarios, trabajadores desmotivados, papeleo insulso y esfuerzos insuficientes de innovación y agilización. Y ésto no sólo afecta al sector público, sino que contagia al sector privado, en su interrelación con las Administraciones o en su propio desarrollo interno.
  • Riesgo de adoctrinamiento y politización: la técnica del rebaño. Metiéndonos en terrenos más sinuosos y controvertidos, la educación está sometida a la ideologización de quien la controla. En la educación privada tiene fácil solución (no me gusta la educación en valores religiosos, ergo evito matricular a mi hijo en un colegio católico), pero en la pública hay una total e impune exposición a que los contenidos académicos que se imparten estén sesgados y manipulados en favor del partido o ideologías predominantes en ese momento (concretamente, con desviaciones ocasionales hacia la izquierda, el consenso socialdemócrata actual). No cuestiono que haya muchas y meritorias excepciones, y que hay materias más proclives a la censura y a lo tendencioso que otras (el derecho más que la biología, por ejemplo), pero siempre suele aparecer la mano del político en todas las materias, Suele ser sutil y apenas perceptible, pero para cualquier persona medianamente crítica e informada saltan a la vista. La razón, entre otras, procede de que a muchos de nuestros políticos no les interesa fomentar el pensamiento independiente y el autodidactismo; no vaya a ser que nos hagamos demasiado inteligentes y autónomos y decidamos que ya no les necesitamos, o nos dediquemos a cuestionar sus decisiones.
  • Promoción involuntaria y subrepticia de lacras como la exclusión social, las depresiones infantiles y juveniles e, incluso, el acoso escolar. Y ello se consigue igualando forzosamente a todos los niños, pretendiendo orgullosamente que exista un modelo único y perfecto válido para todos los estudiantes. Esto es una falacia y un error imperdonable. Es necesario que existan escuelas y universidades especializadas en alumnos con deficiencias mentales, superdotación y altas capacidades o vocación temprana de desempeño de oficios (formación profesional); o al menos aulas o grupos de trabajo diferenciadas en cada centro que se centren en cada colectivo. Muchos niños con altas capacidades o minusvalías psíquicas sufren el desprecio o la indiferencia de sus compañeros, y ello puede culminar en finales trágicos que vemos, desgraciadamente, casi a diario. Por otro lado, cada alumno es un mundo; la mente humana es tan compleja, y la neurociencia ha avanzado tan poco en su comprensión, que cada alumno y cada padre ha de poder elegir individualmente qué modelo o sistema educativo se ajusta más a sus preferencias, necesidades y condiciones.
  • Corrupción y surgimiento de movimientos de respuesta, usualmente violentos o peligrosos. Los dirigentes educativos no están exentos de privilegios injustos y de comportamientos poco éticos, especialmente en la educación superior, y como reacción social pueden emerger movimientos radicales estudiantiles como Podemos y similares, con muchos adeptos adoctrinados entre sus filas que creen hallar la respuesta a todos sus problemas (sin darse cuenta de que sólo lo empeorarían). Aunque la protesta colectiva siempre es necesaria y respetable, nunca se puede tolerar la coacción o el uso de la violencia contra ningún estudiante o persona inocente.
  • Abandono de ideas como el pensamiento libre, la autocrítica, el emprendimiento, la tolerancia intelectual y social, el individualismo sano, el idealismo y el amor a la ciencia; y estímulo de otras como el colectivismo, la aceptación forzosa de injusticias, el respeto a normas sociales o legales aberrantes o inútiles, el victimismo y la confianza en el Buen Pastor Papá Estado, 
Por éstos y otros muchos motivos que seguramente me haya dejado en el tintero creo que, antes de indignarnos con las injusticias sociales y económicas que vemos y sufrimos a diario, reflexionemos. Pensemos si es posible que la ceguera intelectual de muchas personas ante el secuestro mental al que nos tiene sometidos el colectivismo (socialismo de todos los partidos) imperante se deba a que desde que nacemos nos implantan ese pequeño chip, ese condicionamiento que procede de hace generaciones, llamado educación politizada.














miércoles, 23 de diciembre de 2015



   LA IMPORTANCIA DE SER UNO MISMO










Sí. Lo admito. Suena a título de libro de autoayuda, o a frase típicamente pronunciada en casi cualquier contexto cuando no se nos ocurre nada más profundo que decir. Pero considero importante comenzar con esta frase para hablar de una realidad hermosa y dolorosa a la vez: la relación complicada entre sociedad e individuo.

Lo explicaré de forma sencilla con un ejemplo: hasta los 20 años no fui yo mismo, sino un reflejo de lo que la sociedad (entorno familiar, amigos, profesores…etc) quería que fuese. Suena duro e incluso disparatado, pero es la realidad. Y es mi propia experiencia personal la que pretendo transmitir, para que cada uno extraiga las conclusiones que quiera y, a ser posible, reconozca también ciertos patrones en su propia vida.

Los que me conocen desde hace tiempo, o me conocieron en mi infancia, saben que fui un niño extrovertido y curioso; aprendí a hablar, a leer y a escribir casi tan rápido como a andar. Siendo muy pequeño ya leía muchos libros, y mantenía conversaciones con adultos sin sentirme incómodo. Puedo decir que, hasta que entré en el colegio (y pese a no tener plena consciencia de mí mismo) me comporté como mis instintos me impulsaban a ser.

Pero el primer momento determinante en mi vida, igual que en la de muchos otros niños, fue la entrada en la escuela. Dejando aparte motivos familiares (no soy el primero que tiene padres estrictos), me incorporé con ilusión y curiosidad infinitas, y relacionándome con normalidad con todo el mundo. Y estos sentimientos me duraron un año. El ataque vino por varios frentes:
  •  Muchas veces me aburría en clase, tanto por la forma de impartirlas como por los contenidos que nos enseñaban. Me interesaban ciertos temas, pero a veces notaba que avanzábamos muy lentamente, o que había cosas que me costaba memorizar porque no me interesaban. Ello contribuyó a que me distrajese con  facilidad, aunque mis notas en general siempre fueron buenas y a veces sobresalientes.
  •  Con mis compañeros, solía sentirme fuera de lugar; aunque tuve amigos, me costaba integrarme. No compartía las inquietudes y la forma de pensar de muchos de mis compañeros; no me preocupaban demasiado aspectos como la ropa o las fiestas (reconozco que era bastante extravagante en el tema de la ropa), lo cual me consiguió el rechazo involuntario de gran parte de los que me rodeaban por percibirme como alguien raro y diferente.
  • Debido a que mis padres no frecuentaban mucho el ambiente académico (cosa que ahora agradezco) tampoco me sentí nunca demasiado apegado al colegio en sí. Tuve profesores muy buenos, e incluso algunos hicieron ademán de preocuparse por mí. Pero el mal ya estaba hecho, y yo ya me encontraba aislado y encerrado en mí mismo. No quería, por vergüenza y por rabia, reconocer lo que me ocurría.


Y así fue como el pequeño y extrovertido Ricardo se convirtió en un niño apocado, pensativo, despistado, triste y lleno de dudas y misterios. Comencé a volverme nervioso, me costaba horrores decidirme, y empecé a llenarme de complejos por temor a las reacciones de los demás. En mi casa y entre mi familia era más o menos el chaval de siempre, con las típicas fases de niño y adolescente; pero fuera de ella me convertía en alguien distinto y desdichado, que estaba deseando despertar cada mañana en otro mundo donde todo fuese distinto. Nunca fui proclive a llorar, pero en mi cabeza lloraba todos los días. No entendía, en mi ignorancia infantil, por qué la gente no me aceptaba: ¿Porque era listo? Nunca fui el más inteligente de la clase. Y entonces, dentro de una depresión permanente con varios momentos de alegría y diversión, transcurrió mi infancia. Otro tópico consiste en decir: no volvería atrás ni cambiaría nada. Pues yo sí. Muchas cosas. Casi todo. No pude disfrutar de casi ninguna de las cosas que habitualmente hacen y tienen los niños, entre otras cosas por mi personalidad y mis problemas. Con mis amigos, tampoco iba muy bien. Alguno todavía lo sigue siendo, pero con la mayoría las cosas no funcionaron. Me creé la ilusión de estar solo, y ello me condujo a estarlo de verdad, y a buscar desesperadamente la amistad de cualquier persona, aunque no lo mereciese ni tuviésemos nada en común.

Y entonces un “brillante” día, durante la ESO, en el que me levanté especialmente creativo me dije: Va, Ricardo. Todo te pasa porque eres raro, tus padres también han contribuido a que seas un bicho extraño y un empollón. Deja de hacerte el listo, leer libros para adultos y tener aficiones frikis. Tienes que parecerte a los demás para que te acepten, o si no siempre serás un monstruito. Más vale ser como esperan que seas y estar integrado, que seguir como hasta ahora. De este diagnóstico erróneo del que ahora me arrepiento, sin embargo, vinieron cosas buenas: algún amigo que todavía conservo, y ciertas aficiones como la música. No obstante, a cambio de un mayor reconocimiento entre la gente, renuncié a mis gustos intelectuales y a mi personalidad.
Dejé de interesarme por las ciencias (física, química, biología) y por las matemáticas, que como consecuencia de ello se me antojaron complicadas e inútiles; y tuve que empezar un proceso casi de sociólogo, analizando el comportamiento de la gente que me rodeaba y obligándome a actuar igual que ellos (lo cual me dio muchos problemas, porque había formas de ser que no eran compatibles conmigo). Me esforcé por ocultar y enterrar en el ataúd de mi subconsciente aspectos de mi personalidad que pudiesen ser distintos del pensamiento y de la cultura social de mi entorno, y dejé de ser yo mismo. Así llegué a la universidad; eligiendo una carrera por inercia y esforzándome por no destacar, por no parecer un empollón, por esconder lo que quedaba de mis gustos “frikis”. Me hice dependiente, casi adicto, a la aceptación de los demás.

Y fue a mitad de carrera, de ADE y Derecho, cuando todo cambió. Gracias a algunos profesores, a personajes públicos como científicos y periodistas y a amigos que espero conservar toda la vida, vislumbré la realidad. Seguía sin encajar en mi entorno, pese a mis esfuerzos, porque no era yo mismo. Decidí olvidarme de lo que pensaran los demás, actuar como mis instintos y mi pensamiento verdadero me ordenaban; pasé de conservador a libertario, de medio pijo a friki orgulloso, de vergonzoso y dubitativo a asertivo y seguro: en resumen, volví a ser el Ricardo niño. El Ricardo que, sin ser mejor ni peor que nadie, se sentía feliz y orgulloso de ser como era, y que solo cambiaría lo que a él, y no a otros, no le gustaba de sí mismo. Tengo mis defectos, como es lógico, pero me siento muy contento porque por fin, con 21 años, soy de verdad quien debo ser.

Y con esta extensa autobiografía he pretendido ilustrar una premisa de la que estoy totalmente convencido: la sociedad en la que vivimos, el sistema educativo que sufrimos, crea en algunos casos niños mediocres y alienados, como cáscaras vacías, que ven pasar su vida esperando el momento en el que puedan quitarse la máscara (Ricardo de la ESO); o bien crea niños tristes y solitarios, que o bien terminan suicidándose por no poder soportar el dolor (he conocido de primera mano casos reales), o pasan a la fase Ricardo de la ESO; o siguen viviendo fieles a sí mismo pero como apestados, como parias sociales despreciados por ser diferentes. Reflexionemos, más allá de ideologías y clases sociales, en lo que con nuestros actos estamos haciendo, y analicemos el dolor y la frustración que estamos causando a estos pobres niños castrados social y emocionalmente. Yo he sido capaz de recapacitar y ver más allá de mis narices, pero mucha gente no puede por miedo a la exclusión. Incluso se ha fusionado con su máscara, y ya no recuerda cómo era de verdad; se resigna, y llama ilusos y holgazanes a los que pensamos de otra manera. Pensemos, repito, y sobre todo seamos nosotros mismos. O nunca seremos felices.

sábado, 21 de noviembre de 2015


LA VEJEZ ES UNA PATOLOGÍA





Así es como, con tan controvertido mensaje, este científico plantea la posibilidad de combatir el envejecimiento humano como si se tratase de una enfermedad. Este peculiar personaje con aspecto de Robinson Crusoe se llama Aubrey de Grey, y sus controvertidas ideas han suscitado un gran revuelo en el mundo de la biología.

He aquí un enlace donde describe con un poco más de minuciosidad sus propuestas científicas: http://www.muyinteresante.es/salud/articulo/hacia-la-eterna-juventud. Básicamente propone que es posible detener el envejecimiento y evitar que el cuerpo humano se deteriore como consecuencia de la reproducción de tumores y la ralentización del proceso de división celular (mitosis), haciendo que las células no puedan reponerse a la misma velocidad. La investigación necesaria para constatar esta hipótesis, que además podría contribuir a combatir más eficientemente patologías genéticas como el cáncer y el alzheimer, precisará de una financiación que, pese a recibirse con cuentagotas, depende en exceso de las donaciones altruistas de personas adineradas y alguna empresa. Lo cual no es malo, todo lo contrario; pero no es suficiente.

Gracias a un sometimiento periódico a diversas intervenciones quirúrgicas, inyecciones o cualquier otro procedimiento, podríamos llegar a vivir desde 30 (en los primeros momentos de la investigación) hasta incluso mil años. Lo sé. Suena a tontería proferida por un loco, un friki o un estafador. Pero sus argumentos científicos son prácticamente irrefutables, y ha pasado de ser contemplado como un excéntrico condenado al fracaso a ser respetado e incluso admirado por sus tesis y descubrumientos.

Obviando el debate de la conveniencia de que cada persona decida someterse a este tratamiento (necesario pero posterior), me indigna que esta posibilidad, las propuestas de este científico e incluso los avances en el campo de la biología molecular, no se den a conocer en los medios de comunicación. Permanentemente nos bombardean con debates estúpidos o superfluos (Cataluña por aquí, Rajoy por allá, un poco de conflicto religioso), destinados a dividirnos y enfrentarnos por nuestras creencias religiosas o ideologías. Está claro que hay que informar de todos los ámbitos posibles, y que las noticias científicas pueden parecer demasiado densas o tediosas para el futbolero o el abogado; pero ello no excluye que asuntos tan trascendentales como éste, que pueden tener una repercusión determinante en nuestra vida y nuestro futuro como especie, sean apenas mencionados, incluso ignorados flagrantemente, por los principales medios de comunicación (especialmente de televisión). Y yo me pregunto...¿por qué no se discute públicamente este asunto, de modo que el que lo considere viable pueda colaborar en su investigación (aportando capital, trabajo, ambas o simplemente transmitiéndolo a las personas de su entorno)?


Pues lo diré claramente. Hay grupos de presión (lobbys, mafias, casta, llámenlos como quieran) que ponen trabas forzosas e inhumanas al avance y al progreso de la humanidad. Y distinguiré dos elementales y básicos:
  • Los dirigentes políticos que controlan gran parte de las funciones de gobierno. Y lo diré claramente. Una mayoría de los líderes políticos que ostentan elevadas responsabilidades (jefes de Estado y de gobiernos, ministros, altos cargos de partidos políticos), observan este tipo de investigaciones como un problema molesto que es mejor que no salga a la luz. Aluden justificaciones para no destinar fondos ni incentivar este tipo de proyectos científicos tales como: claro, si hacemos ésto, vamos a ser demasiados en el planeta, o nos van a salir muy caras las pensiones si todos vivimos 200 años, o son actos que nos despojarían de nuestra humanidad. Pues bien. Me parecen argumentos inmorales, inhumanos y propios de sujetos que piensan en sus intereses individuales y no en los del colectivo en cuyo favor dicen actuar. En primer lugar porque creo que somos personas lo suficientemente adultas como para decidir por nosotros lo que queremos hacer con nuestro cuerpo en función de nuestros valores y creencias, sin que debamos por ello impedir el desarrollo de la ciencia que nos hace progresar día tras día; y en segundo lugar, porque los problemas de índole económica que se plantean no son fruto del avance inexorable de la ciencia (retrasarlo sólo supondrá autoboicotearnos) sino del sistema económico semisocialista que padecemos, y que ellos mismos han creado en su beneficio lavándonos el cerebro y convenciéndonos de que es el mejor y el único posible.
  • Las empresas que comercializan cremas, ungüentos y medicamentos que dicen retrasar el envejecimiento de nuestras células, y cuyo efecto es, en general, contrastadamente escaso, o incluso nulo. Otro grupo que nos engaña, y que además se encuentra en muchos casos privilegiado por el primero.
Para concluir terminaré diciendo que, nos parezca interesante o no, la ciencia debe progresar porque ello nos beneficiará a todos de una manera u otra. En mi opinión, aquellas personas que desean condenarnos a morir de cáncer, deterioro cognitivo o envejecimiento, sin permitirnos combatirlo de ninguna manera a través de la ciencia y de la tecnología, sólo porque a ellos no les parece bien (convicciones religiosas o morales, intereses económicos, mantenimiento de status social), me parecen repugnantes, asquerosas y totalitarias. Puede que de Grey esté equivocado, pero si invertimos en ello al final podremos vivir más y mejor. Es cuestión de tiempo. Y para mí sería maravilloso. Podríamos hacer muchas más cosas, disfrutar durante más tiempo de nuestras aficiones, gustos y personas a las que amamos, y sobre todo evitar o al menos retrasar mucho más la pérdida de nuestros seres queridos porque nuestra maquinaria orgánica se estropea. Morirse es algo malo. Causa dolor, sufrimiento, y suponemos que es el fin de nuestras vidas. Ojalá y consigamos desaparecer del mundo solo cuando queramos, y no cuando a la naturaleza le de la gana. Y cada vez estamos más cerca de conseguirlo, pese a que a algunos no les guste.







jueves, 19 de noviembre de 2015

EL MACHISMO



Parece que le he cogido el gusto a hablar de temas controvertidos. Pero me parecía necesario hacerlo, puesto que es un tema de debate muy recurrente en nuestra sociedad.
Y desde el principio, comienzo aportando mi visión personal. Considero que el hombre y la mujer, igual que el negro y el blanco, son y deben ser tratados como iguales. Con ello no pretendo decir que se les trate de igual manera pese a que sus condiciones personales sean distintas, puesto que ello implicaría cometer igualmente una discriminación; simplemente creo que ambos deben partir de unas condiciones de igualdad, y que sean sus cualidades y no su género las que determinen su éxito o fracaso.
Pese a que se han producido notables avances en este ámbito, y la sociedad ha interiorizado la necesidad de respetar a las mujeres, todavía persisten innumerables clichés que en modo alguno se encuentran justificados. Es indudable que muchas personas, pese a posicionarse como totalmente respetuosas con las mujeres, opinan que éstas son inferiores física o intelectualmente a los hombres, sea de forma mayoritaria o absoluta. Y pese a que sea cierto que biológicamente en muchos casos el hombre medio posee una estructura muscular más robusta, ello no es más que un promedio estadístico, con la superficialidad y arbitrariedad que ello comporta. En realidad, una mujer no es mas inteligente o más débil que un hombre exclusivamente por su género, puesto que puede entrenarse (física y mentalmente) para superar a la mayoría de los hombres en cualquier aspecto, o en ambos. Si solemos asociar la imagen de una persona fuerte con un cachas de gimnasio, ello se debe simple y llanamente a las costumbres y hábitos machistas imperantes en el pasado: estaba bien visto que el hombre ganase masa muscular pero no la mujer, puesto que ello comprometía su feminidad y era interpretado lamentablemente como síntoma de lesbianismo (entrando ya en el terreno de la homofobia); e incluso años atrás, las mujeres vieron muy dificultadas sus posibilidades de recibir estudios superiores en condiciones de igualdad respecto de los hombres (recuérdese el ejemplo de Clara Campoamor, célebre política de la Segunda República).

Otra lacra repugnante de nuestra sociedad, la violencia de género, es una manifestación más de que por desgracia todavía hay hombres que se creen investidos de autoridad para quitarles la vida o mortificar a sus esposas, novias o hermanas si les estorban; todo ello sin obviar que también hay violencia en sentido inverso, y entre parejas del mismo sexo. En este caso opino que la Justicia debería ser plenamente imparcial, y no estar predispuesta (como ocurre hoy en día) a dar la razón a una parte concreta y pasarse por el forro el principio de la presunción de inocencia.

Sin embargo, no dejo de observar con preocupación cómo determinados colectivos sociales (las señoritas de FEMEN son el ejemplo más evidente) han radicalizado hasta el extremo esta demanda social de la igualdad sexual, llegando a reivindicar e incluso a materializar avances manifiestamente feministas (es decir, discriminatorios contra el hombre). Si la solución al machismo es el extremo opuesto, es que los humanos somos más tontos que un pie. El problema de fondo que subyace es que este tipo de organizaciones utilizan un fin loable (defender y proteger el derecho de las mujeres a ser tratadas por igual) con fines políticos y económicos. Las mujeres que de verdad defienden esta premisa propia de un país civilizado son las que día tras día se entregan en su jornada laboral, hacen su vida de manera independiente como personas libres y luchan por que se reconozcan sus méritos profesionales y personales. Son tanto las que van a hacer la compra y cuidan de sus hijos, como las ejecutivas que presiden un consejo de administración o las científicas que investigan la cura contra funestas patologías. Porque son libres de elegir la vida que desean llevar, dentro del margen de libertad que toda la casta oligárquica que nos expolia nos permite disfrutar (no podía evitar soltar una pulla de las mías).

martes, 17 de noviembre de 2015






¿EMERGENCIA O CONVENIENCIA?





No creo necesario introducir el tema sobre el que voy a opinar. Como muchos otros, yo también me he horrorizado ante los perversos y sádicos crímenes perpetrados en París el pasado viernes. Los individuos que los han cometido, estén o no alienados y desequilibrados, siguen siendo unos asesinos que merecen tener el mismo destino destino que sus inocentes víctimas, si no peor.
Sin embargo, tan importante es destacar lo abominable que me parece este atentado como la actuación de la entente Estados-medios de comunicación. Permanentemente nos están bombardeando con discursos grandilocuentes, declaraciones solemnes de guerra, incitaciones encubiertas al odio racial y noticias inquietantes. Mientras los políticos aparentan transmitirnos tranquilidad para que la situación no se les descontrole, la gran mayoría de los medios de comunicación nos proporcionan datos sesgados con un único objetivo: atemorizar a la población. 
Siempre he detestado ser conspiranoico, y hasta hace poco incluso me mofaba de los que veían designios ocultos de dominar el mundo por todas partes. Pero lo cierto es que la investigación y el análisis crítico me han demostrado que no se puede, no se debe, creer ciegamente todo lo que nos cuentan. Y lo cierto es que este atentado les ha venido que ni pintado a los dirigentes políticos franceses para tener rigurosamente controlada a la población. Con ello no estoy sugiriendo que el atentado haya sido provocado adrede por la casta política francesa, ni mucho menos. Es obvio que, sin entrar en polémicas sobre la complicidad oculta entre Occidente y el ISIS durante estos últimos años, estas atrocidades sólo pueden haber sido cometidas por unos asesinos despiadados manipulados y esclavizados por una banda terrorista. Pero también afirmo que conceder al Estado potestad para recortar casi todas las libertades civiles (control de TODOS los medios de comunicación, restricción de derecho de manifestación y circulación, prebendas para actuar sin consentimiento judicial...) con el pretexto de mantener el orden público me parece una brutalidad manifiesta. Aquí se pueden consultar algunas de estas potestades que se atribuyen al Estado francés: http://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2015/11/14/consiste-estado-emergencia-francia/00031447519920360348273.htm
Y aquí introduzco un aspecto fundamental: el Estado se ha garantizado el monopolio de la violencia y la defensa mediante sus fuerzas y cuerpos de seguridad. En general no dudo que sus miembros sean personas íntegras, honestas y preocupadas por nuestra seguridad, pero ellos no son los que mandan. Y hoy en día el trabajo escasea. La medida de intensificar notablemente la presencia militar y policial es consecuencia de que, entre otras cosas, la población francesa es incapaz de defenderse por sí misma. Y sí. Me refiero a la tenencia de armas.
Pese a que existe un riesgo claro de que personas sin antecedentes penales ni problemas psicológicos severos (los cuales no deberían estar habilitados para poseer armas) se vuelvan locas y cometan una atrocidad, es una probabilidad casi remota e interesada. Me considero una persona antibelicista y pacífica, que cree que el Ejército sólo debe actuar en respuesta a una agresión previa; pero es necesario que las personas podamos defender de manera efectiva e inmediata nuestra integridad y a nuestras familias. Aunque detesto estar de acuerdo con el xenófobo Donald Trump, comparto su tesis sobre la tenencia de armas: los franceses se exponen a ser masacrados si los terroristas atacan sin premeditación, o si el Estado francés comete un error (ambas cosas muy usuales, por cierto). Considero que, dotando a los franceses de la posibilidad de adquirir armas, no harían falta gran parte de las medidas adoptadas. Es casi tan probable que a un policía o a un soldado se le vaya la pinza y cometa un asesinato, como que le ocurra a cualquier persona con el historial médico y penal impoluto.
Por tanto, hago aquí un alegato en favor de la libertad de comprar y portas armas de fuego, aunque sé que es un asunto complejo y lleno de matices. No podemos permitir que el Estado haga lo que quiera, y que dependamos de unos gobernantes que nos esconden información, nos engañan, se corrompen y celebran acuerdos a nuestras espaldas contándonos solo lo que les interesa. Cuanto menos dependamos de otros, más libres seremos y más seguros estaremos. Si seguimos permitiendo que se decreten estados como éstos, que me temo que a partir de ahora serán más que frecuentes, poco a poco perderemos derechos y libertades hasta vivir sometidos a una semidictadura. Todo ello, eso sí, por nuestro bien.

domingo, 28 de junio de 2015

LA CUESTIÓN GRIEGA: RUINAS Y RUINES




Nunca había estado este pequeño país mediterráneo tan de moda como durante los últimos meses. Mientras que hace unos años el ciudadano medio sólo conocía de él el yogur, las islas y las polis de la Edad Antigua, han irrumpido como rasgos definitorios del país la ineptitud, el embuste y una picaresca que haría sonrojarse al mismísimo Lazarillo de Tormes. Grecia es, en resumidas cuentas, el arquetipo de Estado cuyos ciudadanos y administraciones públicas han 'vivido por encima de sus posibilidades'. Ya que a mí, al igual que a muchos otros economistas, no me gusta utilizar explicaciones regionalistas y estereotípicas ("los griegos siempre han sido así de vagos", "sólo saben vivir del turismo", "cobran todos pensiones de sus muertos"...etc),aportaré la que para mí es la razón fundamental de esta situación: una crisis clara del euro y de la Unión Europea,que precisa de una profunda regeneración.
Considero que la decisión adoptada por Syriza de convocar un referéndum encubierto de permanencia en el euro es correcta, pese a no ser la que yo preferiría. Estoy harto de observar, con rabiosa impotencia, cómo nuestros dirigentes políticos nacionales y europeos deciden sobre asuntos que nos conciernen a todos con altanería y secretismo. Los ciudadanos les designamos, ilusos como somos, para que nos representen en instituciones corruptas y repletas de burócratas sin apenas conocimientos sobre nada excepto sobre las leyes que ellos mismos crean; pero los cuales sin embargo se ocupan de dirigir materias y ámbitos de la economía, la ciencia y la sociedad, distorsionando e incluso sustrayendo su control al sector privado (no hablo de malvadas multinacionales, hablo de la ciudadanía). El gobierno español decidió unilateralmente suministrar 26000 millones de euros a Grecia, un país sumido en la inestabilidad política y económica, y lastrado por pavorosos estigmas que aquí en España conocemos bien (corrupción política, endeudamiento privado y público desmesurados, recesión económica y crisis de los servicios básicos del Estado del Malestar como sanidad y pensiones...). 26000 millones de euros extraídos de los patrimonios de los contribuyentes españoles, sin ni tan siquiera consultar a la ciudadanía si deseábamos o no ser solidarios con las entidades financieras y la casta política griega. Nuestra adhesión a la UE y a la Unión Monetaria nos obliga, a voluntad de los políticos europeos, a transferir renta al país para minimizar las probabilidades de que incurra en el temido 'default'. Qué fácil es ser solidario con el dinero ajeno, sobre todo cuando dispones de todo un aparato estatal para coaccionar al que se niegue a seguir financiando el despilfarro griego y europeo. En cambio, más vale tarde que nunca, al menos Tsipras (con el que tengo poca afinidad ideológica) ha optado porque sea el soberano pueblo griego el que delibere sobre el destino de su país. Resulta obvio que es una forma ingeniosa de lavarse las manos frente a una posible votación desfavorable a la permanencia, pero también que deben ser los griegos, y no sus representantes, los que decidan sobre estas delicadas cuestiones. Que se dejen de negociaciones ocultas, reuniones y demás espectáculos para mantener las apariencias.
Yo ni soy comunista, ni antisistema, ni tan siquiera izquierdista. Sólo exijo de los políticos que sean honrados, hagan lo imprescindible y devuelvan el poder a los ciudadanos en la medida en que éstos lo soliciten. Y por tanto, creo que una posible salida del euro para Grecia constituye una oportunidad a largo plazo para el bienestar de su pueblo. Y así lo considero por las siguientes razones:
  • El bucle financiación comunitaria-endeudamiento del sector público-mayor presión fiscal-contracción del crecimiento económico-necesidad de más financiación, se está tornando insostenible para la ciudadanía griega. El hipertrofiado Estado griego, como muchos otros Estados europeos, ha crecido exponencialmente en tamaño y funciones a costa de una onerosa y confiscatoria fiscalidad interna y el endeudamiento exterior para captar recursos financieros. La solución no es seguir alimentando esta deleznable atrocidad mientras los ciudadanos griegos se ven cada vez más saqueados por el Estado, y con menor renta disponible por la subida de precios y la reducción de salarios.
  • El euro es un fracaso, le pese a quien le pese. Permitir que países tan dispares y variopintos en cuanto a riqueza, nivel de vida y desarrollo económico adopten forzosamente una moneda común solo podía conducir a que los países mas prósperos financiasen la ruina de los países mas atrasados y con tradición inflacionista y mayor control estatal de su economía. No hay ningún problema en que cada país utilice la moneda que considere oportuna.
  • El BCE adolece de los mismos vicios que los antiguos bancos centrales nacionales. Es un prestamista de los gobiernos nacionales, y ha sido actor protagonista en ese despropósito monumental que ha sido el rescate a la banca.
  • Pese a que con un gobierno estatalista y hostil con la libertad de mercado como el de Syriza lo veo harto complicado, los griegos pueden si lo desean transformar su país. Expulsar a los dirigentes políticos, de una y otra ideología, que les han arruinado y excluido de Europa, y asumir el protagonismo en la reconstrucción de un país que, de una u otra manera, está devastado. Y ello creo que sólo puede lograrse mediante el juego del libre mercado y la conversión progresiva del descomunal Estado griego en un Estado mínimo subsidiario y defensor de los intereses generales de sus ciudadanos.
  • Si el sistema financiero griego tiene que quebrar, que quiebre. Si Grecia desea que sus entidades financieras sean solventes y fiables, resultará imprescindible desvincularlas plenamente del plano político y que se gestionen exclusivamente como empresas privadas, que es lo que siempre debieron ser. No ONGs, ni chiringuitos privados de los políticos.
  • Lo más beneficioso de la Unión Europea es la libertad de circulación de mercancías, personas, capitales y de establecimiento de empresas y prestación de servicios. Ha constituido el principal motor del crecimiento económico europeo (y no planificaciones regulatorias desastrosas como la PAC y la Política Regional) y la tabla de salvación para facilitar que muchos países europeos poco avanzados mejorasen su nivel de desarrollo. Grecia, al igual que España, no debe renunciar a eso. El proteccionismo y el aislamiento internacional abocarían a Grecia a su desaparición, o a convertirse en un satélite del eje comunista Rusia-China.
  • Grecia debe hacer frente a sus compromisos financieros con el sector público europeo (no con el privado, con el cual ya no existe incertidumbre apenas), pero no aceptar un euro más de los contribuyentes europeos. Esto le permitiría poder funcionar autónomamente, sin verse condicionado por las imposiciones de sus acreedores. Para ello sería necesario negociar con la Unión Europea unas condiciones de pago que permitiesen a Grecia sufragar su deuda conforme se reduzca el gasto público y mejore la recaudación estatal. Antes de reducir drásticamente el tamaño del Estado, hay que respetar la legalidad aunque no la compartamos.
Lo que acabo de comentar es una utopía, lo sé. Pero me he explayado con tanta vehemencia porque creo que esta Grecia que planteo debería ser la referencia para España. Soy consciente de lo complejo y difícil que resultaría el proceso para ambos países, pero es la única manera de que puedan recuperarse de esta inestabilidad que nos asola día tras día, y que tan bien les viene a nuestros dirigentes políticos.